Si empiezo a pensar en el coronavirus, me remonto a enero, cuando yo estaba con mis otros rollos en la cabeza.
Estamos en el bar de Raquel, en el mercado de Jesús del Gran Poder, tomando unos botellines con les compis del curro. En la televisión, el telediario de TeleMadrid donde hablan de China, que está construyendo un hospital en tiempo record y se habla de cientos de muertos.
La parroquia, entre la que estoy más que incluida, haciendo comentarios como si de una peli de ciencia ficción se tratara, algo lejano, de otros, de «los chinos»… Aprovechando para sacar nuestro racismo a pasear.
Y comienzan los memes, el humor, los chistes. Y de enero a principios de marzo, cual opinólogos de barra, se cruza el asunto en conversaciones, con diferentes tonos emocionales y con frecuencia, cargados de conspiranoia o mofa.
Pero los casos en el Estado Español aparecen, y seguimos con , «buenoooo, no será para tanto… una gripe muy gorda»
Mi último fin de semana precuarentena: fiestón, conciertos, garitazo, encuentros con amigas, etc.
En todo el país, partidos de fútbol con sus estadios llenos, discotecas, manifestaciones, actos políticos multitudinarios… Haciendo humor y completamente de espaldas a lo que estaba aconteciendo.
«Eso que pasó en China, les pasó allí, aquí es diferente… Aquí no va a ser así…
Se decreta el Estado de Alarma
Cierran los centros escolares y universidades, las empresas mandan a la plantilla a teletrabajar. ¡Sorpresa! ¿Cómo es esto?, ¿Vacaciones?
Memes y más memes, «Pa´Denia No, Pandemia»; playas llenas, la sierra como una romería…
Una mezcla de pánico y desafección; a la vez, supermercados arrasados; misión imposible conseguir papel higiénico…
Resulta que hay una tal «curva» que supone el colapso sanitario, así que para evitarlo #QuédateEnCasa.
Y seguimos ajenas a la realidad, parques y calles llenas. Y tiene que cerrar los parques y decirnos mucho esto de QuédateEnCasa y comienza la multi actividad:
Video llamadas, conciertos desde casa por redes sociales, actividades deportivas, clases de todo tipo, visitas telemáticas a museos, plataformas de series y películas en streaming…
¿Nos quieren dentro?, pues nos vamos fuera, aunque sea de forma virtual. Y entramos socialmente en una especie de manía telemática que nos permite mantenernos alejadas del miedo, de espaldas a lo que está sucedidendo.
«Bueno, un par de semana en casa y esto habrá pasado…»
Adaptándonos al teletrabajo, que parece que no está pasando nada y que hay que justificar que se trabaja; con la amenaza del ERTE sobre las cabezas.
Curro frenético, parece que más que antes. Quienes tienen hijes y además de todo esto, hacen tareas con les peques, juegan, les atienden… Son super héroinas y super héroes!