Hace unas semanas, contaba en mis redes que me habían regalado una entrada para un spa y que esta maravilla de regalo, trajo a mi cabeza que me tendría que depilar.
Así que, en esta entrada, quiero hablar del tiempo, dinero y energía que gastamos las mujeres en relación a la depilación.
Las mujeres no podemos tener pelos. Solo está aceptado el pelo en la cabeza, las cejas y las pestañas; todo lo demás ha de ser eliminado si quieres evitar burlas, comentarios, miradas… Para encajar en el modelo normativo has de depilarte, rasurarte, lo que sea para hacerlos desaparecer.
¿Para quién me depilo?
Se me abre la pregunta ¿para quién me depilo?
Puedo responder que es para o por mí pero, en realidad, estaría faltando a la verdad. Realmente, yo ya me he acostumbrado a verme con mis pelos; son ya muchos años siendo muy peluda y pasando los inviernos con mi vello corporal intacto. Incluso ahora que me he depilado las piernas, me veo rara.
La realidad es que me depilo por no tener pelos al relacionarme con otras personas; por no aguantar miradas o comentarios por no haberlo hecho, por presión social, por el qué dirán… Y digo yo: si en mil otras cosas no me importa, ¿por qué en lo que tiene que ver con la imagen y con mi cuerpo es así?
Con frecuencia me quejo de que me salen tremendos granos y, claro, me pasa porque me depilo; cuando no lo hago, no hay granos… Así que decido hacerme el láser, pero no sabemos las consecuencias que puede tener a largo plazo esta técnica; además, que también es dolorosa y muy cara.
El caso es que cuando hablé en mis redes sobre este tema, bastantes mujeres contestaron contando su experiencia y para mí fue una maravilla. En general, comentaban que también están hartas de esta cuestión que nos impone la necesidad de eliminar algo que nuestro cuerpo ha creado de forma natural para protegernos.
Nos sentimos más cómodas depiladas…
En general todas coincidíamos en que estamos hartas, pero que en verano u otros momentos de exposición, nos sentimos más cómodas depiladas. Se hablaba de no hacerlo como un acto militante, y es que realmente lo es.
La depilación se realiza o bien arrancando los pelos de cuajo; rasurándolos, lo que dura muy poco y también hace que sufra la piel; con el láser, que duele mucho, es carísimo, definitivo tampoco es y vaya usted a saber a largo plazo si tiene algún otro efecto (no hace tanto que se popularizó, así que no podemos saber a largo plazo cuáles serán las consecuencias).
Sea del modo que sea, estamos mutilando nuestro cuerpo por encajar en un canon estético que impone que las mujeres no podamos ser como somos: con pelos, porque el pelo nos hace imperfectas. ¿Imperfectas para quién?
Pienso en todas las personas que se habrán quedado sin hacer determinados planes por tener vello corporal, las citas que se habrán cancelado, los posibles encuentros espontáneos que no se habrán llegado a dar por no estar depiladas…
Recuerdo una vez que fui a depilarme con cera en un centro de estética del barrio y la mujer que trabajaba en el establecimiento estaba empeñada en depilarme el culo. Mi cara debió ser un poema. Ella decía que quien entra en su centro sale bien “limpita”. Por supuesto, me negué a que me pusiera cera en la raja del culo; lo que me faltaba, tener que depilarme el ano…
La higiene
Limpia. Se utiliza la excusa de la higiene, pero nadie me dice que me tenga que rasurar o depilar la cabeza por higiene. De hecho, las mujeres, mejor con pelo largo, que son más femeninas (ironía).
Y como sabemos que ir por la vida con pelos en el sobaco, en las piernas, las ingles, en el labio, o cualquier otro pelo que no sean los aceptados es un acto totalmente revolucionario, pongámonoslo fácil. Si vemos a una mujer que ha conseguido salir a la vida con su vello, por favor, apoyémosla; nos está abriendo camino.
En definitiva, termino contándote que, aunque pensaba hacer el acto militante de ir al spa con mis pelos en las piernas, al levantarme por la mañana, claudiqué, no me sentí lo suficientemente fuerte para sostener ir con los pelos y me rasuré.